El pelo de sus trenzas rodea el cuerpo oscuro y lacio.

Como un caballo salvaje.

El agua fresca del cántaro se derramó por la boca abierta, el pecho húmedo.

Un charco de gotas la observa.

El patio abrasado, parece oro,

quemando la piel de sus pies hundidos.

Canta, niña, canta,

Hasta que la luna te recoja.

Baila, niña, baila

Hasta que la noche inmensa te descubra.

El vapor y las sábanas limpias.

Las sombras móviles guardianas

No hay brisa del mar

ni nubes lejanas.

Solo tierra de luz,

Cielo de tierra.

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