MADRE

Escribiré con el fuego encendido en cada una de las llamas de mis dedos.

Sobre el papel en blanco,

la luz que me acompaña.

Dejando que mis pensamientos sean  oscuros y profundos,

la claridad, cada mañana, reposa en los pétalos de flor empapados de fragancias.

la transformación de la oscuridad.

Seres mágicos brotan por los acantilados accesibles,

se mueven silenciosos a través de los huesos, los músculos, las venas, la sangre dentro de una,

hasta calmar el viento intenso del desierto dorado.

Ví  a mi madre y a todas las mujeres de la familia porque lo femenino en mí va primero.

Volé al lugar en el que nunca hay nadie.

Sentí el vientre oscuro expandiéndose, abriéndose, mirándose.

El día de tu muerte, las rosas nos cubrían, tú conmigo en brazos,

en ese estado indestructible que es para siempre.

Orgasmos al cruzar el bosque,

Caminando descalza sobre las rocas,

Penetrándonos en la mar,

Fundiéndonos con el agua cristalina.

Luna que refleja la casa donde hay un altar con flores – siempre una vela encendida, hilo infinito que nos une – por el que existen partículas arcoíris en constante fluir – desde esta tierra hasta el – sol